Cinco niños salieron a elevar cometas, en septiembre de 2020, nunca volvieron.
Fueron encontrados asesinados por narcotraficantes en los cañaverales de Llano Verde, a las afueras de Cali, Colombia.
Su único pecado en la vida fue jugar en medio de un sendero utilizado por las mafias para traficar drogas.
Five children went out to fly kites in September 2020. They never returned.
They were found murdered by paramilitaries in the cane fields of Llano Verde, outside Cali, Colombia.
Their only sin in life was playing in the middle of a path used by mafias to traffic drugs.
Barcelona. 20.08.2020.
(15 x 15)

Jaír Andrés Cortez.
La primera cometa cayo de tristeza, se escondió en el cañaveral, tiene miedo, está sola, sueña con un niño, con su niño, sueña con su inocencia, sueña con un futuro quebrado, truncado, destrozado.
Recuerda el rostro de la maldad, lo vio y la vio.

Asesinado el 11 de agosto de 2020 en la masacre de cinco jóvenes que  habían salido de Llano Verde para  elevar sus cometas al lado de un cañaveral.
Tenía 14 años,
Cali, Valle del cauca, Colombia.
2020.

Álvaro José Caicedo. 
La segunda cometa recuerda las caricias de su cometero, recuerda la dulzura de sus manos, recuerda el grito del miedo, el silencio del dolor, el olor a sangre, los alaridos de la muerte, los tacatacas de las máquinas de matar.
Recuerda caer, la respiración acelerada, el corazón embalado del cometero y los gritos de las bestias.

Asesinado el 11 de agosto de 2020 en la masacre de cinco jóvenes que  habían salido de Llano Verde para  elevar sus cometas al lado de un cañaveral.
Tenía 15 años,
Cali, Valle del cauca, Colombia.
2020.

Leyder Cardenas.
La tercera cometa se soltó, se soltó al oír los gritos de dolor, el aliento acelerado, los saltos inconexos de la danza de la muerte, los balbuceos de la vida que se escapa, se soltó al saber que ahora ella era el sueño del cometero, de su cometero, de su amigo.
Se soltó por los aires del Valle, revolotea entre las nubes, conlleva en ella la vida del cometero.

Asesinado el 11 de agosto de 2020 en la masacre de cinco jóvenes que  habían salido de Llano Verde para  elevar sus cometas al lado de un cañaveral.
Tenía 15 años,
Cali, Valle del cauca, Colombia.
2020.

Juan Manuel Montaño.
La cuarta cometa tembló, tembló con cada silbido mortal, con los sonidos de las metrallas, tembló al sentir la cuerda soltarse, tembló al bajar al borde del cañaveral, tembló cuando la mano del cometero se agarro de ella.
Temblaron juntos, en sus imaginaciones, temblaron en sus sueños y se fueron a viajar por las nubes.

Asesinado el 11 de agosto de 2020 en la masacre de cinco jóvenes que  habían salido de Llano Verde para  elevar sus cometas al lado de un cañaveral.
Tenía 15 años,
Cali, Valle del cauca, Colombia.
2020.​​​​​​​

Jean Paul Perlaza.
La quinta cometa lo vio todo, los vio venir, vio a la muerte acercarse, vio a la fila abrirse, vio a los trabucos armarse y a los machetes revolotear en los aires, por encima de las testas de sus amos. 
Vio el abrazo del diablo con los ángeles, y se esfumó.

Asesinado el 11 de agosto de 2020 en la masacre de cinco jóvenes que  habían salido de Llano Verde para  elevar sus cometas al lado de un cañaveral.
Tenía 16 años,
Cali, Valle del cauca, Colombia.
2020.​​​​​​​ 

Sangre de mi sangre.
(15 x 15) 
2020 

Las Cometas de Llano Verde.
(15 x 15) 
2020

El anterior es el relato de una masacre que ocurrió entre el 11 y el 15 de agosto de 2020, los masacrados fueron 5 adolescentes, la edad del acné, de las primeras novias, de las ganas de vivir, de correr, de joder, de ser el más listo o el más fuerte, el más atrevido de la cuadra, la edad de todos los corajes, de la libertad de pensar, de la rebeldía innata, de las peleas con los hermanos mayores y los más chiquitos, la edad de todos los atrevimientos, del valor como un ideal y del colegio con las matemáticas, los cursos de lenguas, dibujo, física y química, del profe querendón y de la profesora intransigente…

Jaír Andrés, Álvaro José, Juan Manuel, Leyder y Jean Paul se fueron para siempre, se fueron elevando cometas en un cañaveral, se fueron llevando pedacitos de las almas de sus madres, padres, hermano, amigas y amigos y algo de las almas de Colombia, de millones de colombianos que ahora sienten una vez más que el robo de los pudientes alcanza mucho más que las tierras que se apropian a balazos, los millones del erario público que se llevan a paraísos fiscales donde los reciben con los brazos abiertos y sonrisas hipócritas, que estos robos y asesinatos alcanzan lo más sagrado del pueblo, alcanzan su propia esencia, alcanzan sus propias vidas, alcanzan la mismísima razón de ser de la existencia de cada uno de los colombianos.

Los asesinos de los cinco muchachos son bandoleros que custodian las rutas terrestre del narcotráfico y siembran el terror entre el pueblo raso: negros, indígenas, pobres, líderes sindicales y sociales son sus objetivos.
El narcotráfico es su forma de sustento, financiación y sistema organizativo, su fin es el poder, el poder absoluto, el terror y la muerte, sus medios para alcanzarlo.

Así es el nuevo *neo fascismo pseudodemocrático*, un menjurje entre KKK, narcotráfico, fascismo, política barata, robo de tierras, tiros al pueblo, un estado que ha caído en un totalitarismo del siglo XXI, infame como todos, una caricatura democrática donde todos los poderes han caído en mano de una sombra, un discreto y terrible dictador que se ufana de demócrata, cosa que no es ni ha sido nunca.

  ​​​​​​​

Las Cometas de Llano Verde.
Eran cinco

Los cinco se esfumaron
Eran cinco vidas
Son cinco vidas sin futuro
Son cinco seres vivos
en la imaginación de los demás

Los cinco tenían
nombres y apellidos
padres y madres
hermanos y hermanas
primos y primas, amigas y amigos
Los cinco caminaban
hermanados por el mundo
en las calles de sus comarcas
en sus  barrios, en su país
en sus pequeños mundos
en sus ilusiones, sus amores
sus pasiones, sus penas
sus alegrías, sus realidades
Eran cinco
Se fueron a elevar cometas
y encontraron la muerte
masacrados
por ser jóvenes
afrodescendientes
inocentes
soñadores
cometeros…

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