(2019)

Y la mar creó las islas.
Y las islas crecieron, y nuevos mundos poblaron  el planeta acuático y la vida siguió  esparciéndose por todas partes.

Y la tierra volvió a la mar
Y la tierra volvió a la mar. Nacer y morir. Siempre se vuelve a la mar. Siempre.

Clorofila y aves.
Y el mundo hizo el milagro, de los montes nacieron aves y volaron para contemplar la infinita belleza del infinito.

Y los fuegos se fueron apagando.
Y la tierra volvió a ser ella misma, y los cielos siguieron soñando, y el mundo siguió siendo el mundo.

Tierra de fuego.
 
​​​​​​​La vida nace del tormento, la tierra escupe fuego y unas flores nacen en los resquicios de las praderas.

Al pie del monte.
El jolgorio no puede parar, la fiesta de la vida ha de continuar, aunque después haya que subir y subir y subir...

Árboles en flor.
Al principio nacieron de colores vivos. Con el tiempo y la sabiduría se irán transformando en hermosas figuras recubiertas de clorofila.​​​​​​​

Agua dulce.
​​​​​​​Las aguas juegan con el cielo, se evaporan y suben en un ciclo infinito de ires y venires. Inventar la lluvia no es fácil.

Descenso en búsqueda de las arbóreas.
​​​​​​​En busca de la vida, la pradera desciende buscando el mundo de los vegetales.

El levantamiento de la pradera.
Tocando el cielo las praderas se emocionan y se dejan acariciar con las lluvias azules.

La confusión de la noche.
La noche apacigua los ánimos, los montes descansan y las praderas aprovechan para humedecerse con las briznas nocturnas.

La agitación de los montes eleva el horizonte.

La infinidad del tiempo, la infinidad del espacio.
Las arenas se tiñen de escarlata, el horizonte apela al cielo y el cielo espera la noche.

 El mundo tal como es. 
El abrazo del cielo abraza la tierra, amor y fuego, pasión e infierno, el lugar de todos los encuentros, el cruce de los lugares infinitos.

Entre aridez y eterna primavera.
De lo verde al amarillo, la tierra se reseca y los montes se transforman en duna.

El fin de los montes.
Todo principio es un fin, eso debieron pensar cuando se cansaron de luchar para ser los más altos.

El asomo de las montañas sobre la llanura verde. 
Las líneas bifurcaron, unas se quedaron quietas, otras subieron para pavonearse y otras se lanzaron al cielo.

Mis guerras personales o la ilusión de una vida en paz.
​​​​​​​No todos los días son iguales, unos empiezan de una manera y terminan de otra.
A los paisajes les pasa lo mismo.

El afloramiento de los montes.
Se armaron de valor, se juntaron y se levantaron para quedarse dormidos.

El albor de la planicie.
Y nació la mentira, el mundo no se hizo en siete días, el mundo se hizo cuando quiso y como quiso.

Tierra firme​​​.
Rayos de sangre, rayos de vidas brotan de las entrañas de las praderas.

El agua y la memoria de Hokusai. 
El mar no tiene memoria, sólo sentires, sólo olores.

Y la tierra se echó a la mar​​.
Tierra, ¿No sabes que la mar es tu madre? Tierra.

Arena, desierto, montes​​.
Lágrima. ¿A que no sabes cuanto te extraño? Lágrima.

Inolvidable.
Nunca la olvidarás, siempre estará en ti, porque en ti están las ilusiones de sus movimientos,  de sus perpetuas idas y venidas, de sus entradas y salidas, de sus espumas y gritos de sal.  
Así es la marea de tus sueños.

Montañas, aguas  y dioses.
El tercer día del mundo es un descanso,
Mar aquietado y Montaña sumergida.

Las medusas verdes y azules pasean su placidez por los mares cálidos.
Ven, ¿ven?, deben verse, ojos tienen, se miran unas a otras con sus miradas circulares, como si su universo fuera un caleidoscopio…

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